miércoles, febrero 22, 2006

Moraleja


"Sin embargo, no dejé correr mucho tiempo las lágrimas, sino que con el temor de que encima Menelao, nuestro pasante, para colmo de mis males, me encontrara solo en la posada, recogí mi equipaje y triste arrendé un rincón apartado y próximo al mar. Allí estuve tres día encerrado reconsiderando sin cesar mi soledad y mi humillación; me golpeaba el pecho, que deshacían los sollozos, y entre suspiros salidos del fondo del alma una y otra vez me decía en voz alta:
- Pues ¿no me ha podido tragar la tierra después de esta calamidad? ¿Ni el mar, tan implacable hasta con los inocentes? Escapé de la justicia, vencí en la arena, maté a mi huésped para después de estos títulos de audacia, quedarme abandonado, mendigando y desterrado, en una posada de una ciudad griega.”
Petronio, Satiricón, pág. 173